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Número 389, disponible en:
https://issuu.com/elviejotopo/docs/elviejotopo389junio
Los trabajadores tienen patria, pero también un
mundo por ganar
(Entrevista con Santiago Armesilla, sobre el
marxismo y la cuestión nacional)
Jon E. Illescas
Santiago Armesilla (Madrid, 1982) es politólogo, economista
y un joven erudito. La biografía de Santiago es fascinante desde que acabó el
bachillerato (fue de la última promoción de COU), pasando por su breve paso en
la FP, más tarde trabajando de reponedor, de editor de diversas publicaciones o
doctorándose con el gran economista marxista Diego Guerrero frente a un
tribunal presidido por el ex rector de la Universidad Complutense de Madrid:
Carlos Berzosa. Eso sin hablar sus encuentros con Evo Morales antes de que le
dieran el golpe de Estado o con el mismísimo Papa Francisco en el Vaticano (¿le
darán al argentino un “golpe” también a él la derecha católica?).
El motivo de esta entrevista es que, quien les escribe,
acabó recientemente su obra El marxismo y la cuestión nacional española (El
Viejo Topo, 2017). Una vez finalizada, no la lectura, sino el análisis de la
misma (lleno de subrayados y anotaciones), pese a las discrepancias que pueda
tener con él dentro de la órbita marxista que compartimos, decidí que tenía que
poner mi granito de arena para que una obra tan necesaria fuera leída por todos
los marxistas. No solo de cualquier rincón de España, sino de nuestros hermanos
países latinoamericanos. Algo que estoy seguro que a él le alegrará dado su
paniberoamericanismo militante. El libro que nos ocupa es una decidida defensa
a la construcción de un marxismo netamente español que ayude a la clase
trabajadora nativa y residente de nuestras fronteras a alzarse como clase
nacional y a conquistar el socialismo en España. Pero mejor comencemos la
charla y que él nos lo explique en detalle.
Hola Santiago, en primer lugar permíteme
felicitarte por una obra que considero necesaria para cualquier marxista serio.
Has realizado una obra muy valiente que, además, permíteme resaltarlo, tiene
una erudición y una claridad envidiables pese a que todo el tiempo tiene un
componente teórico muy fuerte. Pese a las críticas que puedan hacerse y deban
hacerse, porque solo así podremos avanzar dialécticamente, esta obra considero
que marcará (debe marcarlo) un antes y un después en el marxismo español e
iberoamericano.
Santi: Hola Jon, pues muchísimas gracias por tus palabras.
He de decir que, habiendo transcurrido ya dos años y medio desde su
publicación, el libro se sigue vendiendo, se sigue leyendo y se sigue tomando
como referencia. Las impresiones y el impacto del mismo han sido más positivos
que negativos, y los principales enemigos del mismo son, sobre todo, aquellos
que, obstinadamente, se niegan a leerlo. El mérito del mismo reside, a mi
juicio, en concentrar en una sola obra toda la doctrina marxista-leninista
acerca de la cuestión del Estado y de la nación, y sobre España, pues como
sabes Marx y Engels escribieron sobre nuestra patria. Y es verdad, me consta
que en Hispanoamérica hay interés por la obra. Me siento en gratitud con El
Viejo Topo por haberla publicado, y con los que la adquirieron por sus
comentarios positivos sobre la misma.
En tu obra defiendes la existencia de lo que
denominas la leyenda negra española, ¿qué es, de dónde surgió y quién la
reproduce?
Santi: En el libro trato de demostrar la hipótesis de que
la asociación que realiza la izquierda indefinida entre la idea de España y el
franquismo se debe, entre otros motivos, por la inexistencia de la construcción
de un marxismo netamente español, y por extensión, en español. Señalo doce
causas que explican esa ausencia de dicha construcción. Dos de ellas son
anteriores a la llegada del marxismo a España a finales del siglo XIX, y la
primera de ellas es la Leyenda Negra. El término surge por aquella época
también, y los primeros en utilizarlo fueron Emilia Pardo Bazán, Vicente Blasco
Ibáñez y Julián Juderías. La Leyenda Negra, en términos marxistas, es un
componente fundamental de la superestructura ideológica del Estado español,
hegemónica en España, y en las naciones hispanoamericanas, desde la sucesión de
los Austrias por parte de los Borbones. Esta dinastía, proveniente de Francia,
se había formado desde Luis XIV en el odio a España en tanto que competidor por
la hegemonía en Europa. Al acabar la Guerra de Sucesión, para poder medrar en
la Corte, como intelectual, burócrata y artista, había que asumir el rechazo a
la construcción imperial hispánica de los Austrias. Y desde entonces, sigue
siendo hegemónica pues fue totalmente asumida por buena parte de la burguesía
española afrancesa, pero también anglófila y germanófila. Tiene su origen en la
Italia renacentista, un importante empuje con la reforma protestante en
Alemania y Holanda y un punto de inflexión fundamental con Inglaterra, que la
utiliza como arma política contra el Imperio Español. Caído este, las
oligarquías portuarias de las ciudades que capitanearon las independencias
(Buenos Aires, Lima, Guayaquil, Caracas), aliadas de Inglaterra junto a los
terratenientes criollos, la asumieron para explicar su independencia y su
dominio, así como su anti-industrialismo. En España, el krausismo y la
socialdemocracia hegemónica heredaron dicha Leyenda Negra, que minimiza los
logros de España y maximiza, o directamente miente, sobre nuestros errores. Prácticamente
toda la izquierda española e hispanoamericana, salvo honrosas excepciones, es
hoy negrolegendaria. Es imposible construir un proyecto emancipador en España
sin destruir la superestructura ideológica negrolegendaria.
¿Qué es el krausismo y por qué nos debería
importar? ¿Cómo influyó tanto a anarquistas como a socialistas?
Santi: Fue una escisión de la masonería, luego aceptada por
ésta, realizada por el filósofo alemán Karl Krause. Fue importante porque, en
su humanismo cosmopolita, que influyó mucho en los primeros grupos anarquistas
españoles, así como en la Institución Libre de Enseñanza y en el PSOE, supuso
la fuente filosófica sobre la que se empezó a construir el movimiento obrero
español. Es decir, a diferencia de Rusia, en que tanto Hegel como Marx entraron
a la vez a través de Plejanov, en España, Hegel entró por el lado ideológico
conservador, sin ser nunca un filósofo importante que influyese más allá de lo
académico, mientras que Krause, con su defensa de una Humanidad confederada en
armonía, prácticamente instaura un progresismo antidialéctico en nuestras
izquierdas que, a día de hoy, sigue siendo masivo. Marxismo y krausismo son
incompatibles.
Lo caracterizas como “reaccionario” pero en tu
propio libro citas que influyó poderosamente a José Martí que es considerado
como un héroe nacional por un gobierno marxista, ¿crees que tuvo un componente
progresista en el caso cubano?
Santi: También Hipólito Irigoyen, presidente argentino por
la Unión Cívica Radical en el primero tercio del siglo XX, fue krausista. El krausismo
es antidialéctico en tanto que no entiende el desarrollo histórico mediante
conflictos que se convierten en contradicciones, provocando transformaciones
sociales de impacto. Por el contrario, tiene una visión teleologicista, progresista,
de la Historia que llevará, sí o sí, a una confederación universal de pueblos
libres que, sin duda, es una perspectiva idealista y no materialista. Yo diría
que Martí es reconstruido desde una perspectiva marxista en Cuba, pero cuidado,
que también es reivindicado por la gusanera de Miami. Se trata de un líder
revolucionario no socialista, sino anticolonial, y por eso la visión que se
pueda tener sobre él puede ser reconstruida desde diversas ideologías del
presente.
En tu trabajo calificas al “derecho de
autodeterminación” de “metafísico” y una vez finiquitada la URSS de regresivo,
¿crees que todavía puede ser progresivo como lo consideraban Lenin o Stalin (lo
que denominas “bolchevismo oriental”) en algunos lugares del mundo actual como
Puerto Rico?
Santi: Puerto Rico es de las pocas colonias que quedan en
el planeta. Y el derecho de autodeterminación, hoy, solo puede ser aplicado a
las colonias, como entonces en la época de Lenin realmente. Mi libro aporta
tres ideas “novedosas”: 1) Las doce causas por las que no se ha construido un
marxismo netamente español; 2) Los siete periodos revolucionarios en los que se
construye la nación política española, cinco netamente burgueses y dentro del
periodo de construcción de las naciones europeas occidentales que señala Lenin
en “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación” (1789-1871); y 3) El
debate sobre la autodeterminación entre Lenin y Rosa Luxemburgo permite
distinguir dos corrientes del bolchevismo: la oriental, aplicable a los Imperios
multiétnicos y multirreligiosos de Europa oriental en los que no se construyó
nación política burguesa en el periodo clásico que Lenin delimitó (Imperios
ruso, austro-húngaro y otomano; los tres desaparecen tras la Primera Guerra
Mundial); y bolchevismo occidental, de ella, aplicable a los Estados-nación de
Europa occidental y América ya consolidados. Afirmo que, caída la URSS, ya no
tiene sentido aplicar el bolchevismo oriental pues ya no hay Imperios
multiétnicos ni multirreligiosos como aquellos. Y por eso es regresivo el derecho
de autodeterminación ahora, que además es metafísico porque la
autodeterminación es, en realidad, heterodeterminación. Sin otros Estados que
te reconozcan como uno igual, sobre todo si son muy poderosos, no pueden
considerarte como tal.
¿Por qué elegiste las 7 condiciones de Stalin
para certificar que un territorio puede ser considerado una nación?
Santi: Stalin escribió “El marxismo y la cuestión
nacional”, a petición de Lenin, para definir desde el marxismo qué es una
nación. Ese texto es fundamental para entender la doctrina marxista-leninista
sobre la nación, pero también para entender el contexto geográfico-histórico en
que se escribió, aplicable al Imperio de los zares. En el libro analizo y
describo sus siete características. Stalin es taxativo, si no se dan las siete
no se puede hablar de nación, aunque se den seis. El caso es que las siete
características son aplicables a España, pero no a ninguna de sus regiones en
total. De ahí la importancia del análisis de Stalin de cara a la realidad nacional
española.
¿Por qué consideras que España debe salir del
euro y la UE?
Santi: El Che Guevara consideraba que una nación era libre
si tenía soberanía política e independencia económica. El proceso de
desindustrialización que España vivió, apuntalado por los Pactos de la Moncloa
para adecuar la economía española a la ideología del libre comercio
internacional, y desarrollado por Felipe González, que llegó a liberalizar más
de sesenta empresas estatales, además de la descomposición del INI franquista,
fue fundamental para nuestra inclusión en la Comunidad Económica Europea, la
cual se transformó en Unión Europea una vez que cayó la URSS y se aplicó el
Tratado de Maastricht. Con la llegada del euro, impuesto en España por Aznar y
defendido prácticamente por todo el arco parlamentario español, que es una
moneda construida teniendo como referencia el marco alemán, se completa nuestra
sumisión a este IV Reich. España no es una nación libre, la modificación del
artículo 135 de nuestra Constitución, realizado exprés para adecuar el pago de
nuestra deuda externa a los mandamientos monetaristas del Banco Central
Europeo, son prueba de ello. Junto a nuestra membresía en la OTAN, que
ejemplifica nuestra subordinación militar a Estados Unidos, la dupla UE-euro
ejemplifica nuestra subordinación económica. La ausencia de un marxismo
netamente español, junto la asunción por parte de nuestra masiva izquierda
indefinida de la Leyenda Negra, son parte de nuestra subordinación
ideológico-cultural. Como diría mi amigo Marcelo Gullo, España es el mayor caso
histórico de subordinación perfecta del presente. Sobre la privatización de
empresas, por cierto, recomiendo el artículo de Alicia Melchor en La Razón
Comunista, “Privatización y desindustrialización durante la transición”. He
dado motivos suficientes como para plantearnos nuestra liberación nacional del
yugo político, militar, económico y cultural de EEUU y la UE.
Por la salida que defiendes de la OTAN que
tiene más consenso en la izquierda de este país no te he preguntado, pero sí me
gustaría preguntarte qué hacer en caso de que saliéramos. Me refiero desde un
punto estrictamente militar. ¿Cuál sería el plan B? ¿Aumentar el gasto nacional
en nuestro ejército, buscar otra alianza de defensa o quedarnos como estamos
pero simplemente fuera de la organización atlantista?
Santi: Nuestra sumisión a la OTAN conlleva que nuestro
ejército sea muy reducido respecto de otros de naciones más poderosas, como
Francia, de la cual además dependemos en materia de defensa nuclear.
Evidentemente, nuestra liberación de la OTAN, pero también de la UE, requeriría
el aumento del gasto militar, la reinstauración del servicio militar
obligatorio y el rearme, el cual es imposible sin la reindustrialización del
país. Además, nuestra soberanía militar implicaría poseer armamento nuclear
propio y de otro tipo, todo gracias a la reindustrialización y el desarrollo
científico. Lo que ha ocurrido con la pandemia de la COVID-19 nos da una
orientación al respecto. Es decir, que nadie piense que nuestra libertad
política va a ser posible sin sacrificios y sin plantar cara a poderes externos
muy grandes. Claro que también habrá que pensar nuevas alianzas
internacionales, como Rusia y China, y orientarnos hacia la Iberofonía.
¿Eres consciente de lo impopular que serían esas medidas
entre la clase trabajadora realmente existente? Imagina si ahora voy a un
obrero y le digo que la solución a sus problemas pasa por volver a la peseta,
irnos de la UE y de la OTAN y a cambio tener de nuevo servicio militar
obligatorio, gastar más en el ejército e incluso hacernos una potencia nuclear.
¿Cuántos asalariados de este país crees que comprarían ese “paquete”?
Santi: No estoy tan convencido como tú de que sean medidas
impopulares si se las presenta asociadas a la recuperación de soberanía, la
industrialización, el desarrollo científico, el dejar de depender solo del
sector servicios y del ladrillo y de la recuperación demográfica de la llamada
España vaciada. Un plan de Estado como el que te he presentado en la pregunta
anterior requiere la racionalización completa del territorio nacional,
provincia a provincia, municipio a municipio, de sectores económicos totalmente
devastados por nuestra entrada en la UE-euro, sobre todo los agrícolas,
ganaderos y pesqueros, y por supuesto la industria. Seguro que a los
trabajadores de ENCE en Pontevedra les gustaría tener un gobierno popular y
socialista que asegure sus puestos de trabajo sin que la multinacional para la
que trabajan les diga que se van porque no son productivos. ¿Cómo van a ser
productivos si, dentro de la división internacional del trabajo, España se ha
configurado como un país de servicios y turístico? Y seguro que a los obreros
de Miranda de Ebro, en Burgos, les gustaría vivir en un Estado que garantice la
recuperación de su perdida industria frente a los privilegios que, por el cupo,
tienen sus vecinos en el País Vasco, aunque la economía vasca ya no es la que
era tampoco en materia industrial respecto a hace décadas, al igual que la
catalana. La recuperación industrial del país requiere una recuperación
demográfica, explotar científicamente las capacidades económicas y de materias
primas de todas nuestras provincias, sin desmantelar lo bueno del turismo
tampoco. Y evidentemente, eso no puede hacerse dentro de la UE-euro. Ello
requiere aumentar la población de España para llegar, a mediados de siglo, al
menos a los 60 millones de habitantes para poder llegar a un óptimo nivel
productivo a escala industrial. Y, evidentemente, el desarrollo industrial,
científico y demográfico debe permitirnos poder defendernos ante posibles
agresiones externas. Ninguna sociedad política socialista puede mantenerse,
fuera de la UE-euro y fuera de la OTAN, sin un ejército fuerte, el cual además
está compuesto también por trabajadores, y más aún si España fuese socialista.
Aparte, la vuelta a la peseta sería coyuntural, y nos permitiría controlar
nuestra propia inflación sin tener que ajustarnos a deudas externas con
Bruselas. Orientarnos hacia la Iberofonía nos permitiría construir otra nueva moneda
internacional con nuestros hermanos que hablan español y portugués. Estoy
convencido de que los trabajadores españoles e inmigrantes que viven en nuestra
nación, en su gran mayoría, entenderán que su emancipación como clase requiere
nuestra emancipación nacional, y que esta no es posible sin generar músculo
interno poblacional, industrial, científico y militar. Verlo como impopular me
parece que es un resquicio de visiones izquierdistas propias del anarquismo o
del progresismo del último cuarto del siglo XX, que todavía llegan a nuestros
días.
Defendiendo lo que denominas como “bolchevismo
occidental” de Rosa Luxemburg, criticas la continuidad en el federalismo y el
“bolchevismo oriental” del PCE y de Unidas Podemos en la actualidad, ¿podrías
precisar a los lectores por qué?
Santi: Negro sobre blanco, tanto Marx, como Engels, como
Lenin, Stalin y Rosa afirman que el Estado obrero, la dictadura revolucionaria
del proletariado, es un Estado de corte republicano, centralista y jacobino,
sin negar la autonomía regional y municipal. El federalismo en la izquierda
indefinida española es una herencia del krausismo. Un Estado federal surge de
la unión política de Estados o colonias previamente independientes, que ceden
su soberanía a la federación. No tiene sentido federar algo ya unido, como es
España. Lenin mismamente calificó el federalismo como una degeneración
anarquista. El componente anarquista en nuestra izquierda actual es muy
acentuado. No en vano, fueron la izquierda definida hegemónica en España entre
1868 y 1937. El peso del anarquismo en España, así como la influencia del
etnicista austro-marxismo de Otto Bauer, que defendía un modelo etnicista
confederal de Estado, explican también la ausencia de un marxismo netamente
español.
¿Qué critica crees que le haría Rosa al PCE
actual y al gobierno de PSOE con UP?
Santi: Son tantas que darían para otra entrevista. Pero en
lo que concierne a la temática del libro, criticaría su defensa de un Estado
plurinacional, del derecho de autodeterminación y, en otros sentidos, su
pusilanimidad política dando oxígeno al PSOE, el partido político más enemigo
de la clase obrera española desde 1978.
¿Añadirías tú algo desde tu propia perspectiva
marxista-leninista?
Santi: Creo que he dado pistas en las respuestas anteriores
de las críticas que habría que darles a los sujetos que nos gobiernan ahora
mismo.
Y hablando de marxismo-leninismo, muchos en la
izquierda (incluso marxista) consideran que “marxismo-leninismo” es igual a
“estalinismo”, ¿lo crees así? ¿Qué diferencias consideras hay entre el
pensamiento de Marx y Engels y tu denominación como “marxista-leninista”?
Santi: Estalinismo es el término designado para definir el
periodo de gobierno de Stalin en la URSS, de 1924 a 1953. Estalinista sería el
adjetivo para definir también dicho periodo o a los partidarios de la gestión
de Stalin. Pero marxismo-leninismo, no se olvide, es un término ideado por
Stalin para definir el marxismo propio de la época del imperialismo depredador
capitalista tanto de la Primera Guerra Mundial como de entreguerras y de la
Segunda Guerra Mundial. La racionalidad práctica del marxismo-leninismo se
demuestra porque el comunismo basado en esta doctrina política es el único que,
realmente, ha puesto en jaque a las potencias capitalistas, a pesar del fracaso
de la URSS, y teniendo en cuenta a lo que hace la China actual. Para mí no hay
diferencias, sino ampliación práctica y teórica del método materialista de Marx
a distintas realidades geohistóricas. Otra cuestión es tratar de adaptar esa
metodología al aquí y ahora, y a España en particular. Obviamente, eso
conllevaría una aplicación distinta a la que se ha realizado en otras naciones,
pero no tan distinta como para no asegurar un nuevo poder político en España.
La combinación entre una teoría revolucionaria y una praxis política exitosas,
y una idiosincrasia cultural particular como la española, es a mi juicio la gran
tarea por desarrollar.
No me resisto a preguntarte, desde tus
coordenadas analíticas e ideológicas, como ex miembro del PCE que eres, ¿en qué
lugar del espectro ideológico colocarías a Alberto Garzón, el comunista más
famoso del gobierno?
Santi: No es, y nunca ha sido comunista. Es un izquierdista
indefinido. Sin más. La gran desgracia del PCE es tener una militancia
obediente ante una dirigencia mayormente mediocre, que prefiere hacer pasar por
marxismo sus papeles congresuales antes que la misma doctrina. Ello se
ejemplifica en que Garzón ha negado que el marxismo sea un método. Quien dice
eso no es marxista.
¿Qué te pareció cuando al entrar al gobierno borró de su
cuenta de Twitter un tuit de 2012 donde apoyaba al modelo cubano de
sostenibilidad en el consumo y desarrollo humano?
Santi: Uno puede borrar un tuit por varios motivos. Porque
ya no esté de acuerdo con ese tuit, o bien por ocultar sus ideas en tanto que
se rodea de personas que, por diversos motivos, no verían ese tuit. O bien
porque se arrepienta de haberlo escrito. No le voy a juzgar por eso, y además
nunca va a dar explicaciones. Pero si apoyas el modelo de desarrollo cubano
tendrás que argumentarlo racionalmente, y estar dispuesto a recibir todo tipo
de críticas y tratar de contestarlas. De todas maneras, poco se puede esperar
de una persona que ha liquidado lo poco de combativo que le quedaba al PCE,
solo por fusionarse con sus amigos postmodernos de Podemos.
¿Qué consideras que podemos hacer los comunistas que dentro
(como es mi caso) o fuera de IU/PCE somos críticos con la mayor parte de su
dirigencia por su tímido reformismo, su electoralismo, su ideología salpicada
de posmodernismo, su bajo nivel formativo y su modelo federal? ¿Intentamos una
revolución interna (¿sería posible?), nos juntamos y hacemos otro partido o nos
apuntamos a alguno de los minúsculos partidos (cuando no sectas) comunistas
existentes?
Santi: Yo creo que eso que se llama MCE (Movimiento
Comunista Español) es algo difuso, confuso, oscuro. El PCE es el partido “comunista”
más fuerte de España, es el más veterano y el que dispone de mejor
organización. Sin embargo, existen fuerzas minúsculas que, al menos a nivel de
ideas y en algunos casos de organización también, dan bastantes lecciones a la
dirigencia y la militancia del PCE. Sin embargo, por inercias históricas que
analizo en mi libro de la cuestión nacional, todos comparten errores, y siempre
son los mismos: defensa del derecho de autodeterminación para las regiones de
España y un modelo federal-confederal de Estado. Yerran todos en pensar que
España fue, o es, la Rusia zarista, y ahí el peso de las ideas de la Komintern
sobre el PCE ha jugado un papel fundamental a nivel histórico, por lo nefasto
que fue. En la praxis de la guerra, José Díaz se dio cuenta de que las
interpretaciones de Manuilski, Stepanov y Dimitrov sobre España, sobre que
había que apoyar la autodeterminación de Cataluña, País Vasco y Galicia para
ganarse al resto de obreros españoles, no funcionaría. De ahí que dijera que
“España no es Checoslovaquia ni Cataluña los Sudetes”. Incluso algunos, como el
lamentable PCPE, ampliaron la autodeterminación al resto de regiones. Criticar
el postmodernismo está muy bien, la puerta la abrió Daniel Bernabé con “La
trampa de la diversidad”. Pero ni siquiera él se ha atrevido a criticar la más
grave trampa de la diversidad española, la de nuestra supuesta, y falsa,
plurinacionalidad. La Komintern se equivocó totalmente con España, pues apoyar
la fragmentación del país es algo que jamás, en el siglo XX ni ahora, es
apoyado masivamente por los trabajadores españoles, y por eso votan partidos
que no son marxistas pero mantienen la unidad de la caja única de la Seguridad
Social, como el PSOE o el PP. Al menos hasta ahora, que Sánchez estaba
dispuesta a romperla para conseguir el apoyo del PNV. Los “comunistas”
españoles, históricamente, han aplicado a España un calco y copia del análisis
bolchevique ruso a una realidad nacional que no es la de Rusia, y ese es uno de
los motivos de la situación de ostracismo, marginalidad y nulo impacto social
del MCE. El método marxista es dialéctico, y hay que tener en cuenta lo que
dicen los clásicos, pero aplicados a tu realidad histórica nacional en un
sentido verdaderamente materialista. Lo que el MCE ha hecho históricamente, salvo
honrosas excepciones, es puro mecanicismo. Así pues, sin negar la necesidad de
construir una vanguardia política comunista revolucionaria, que ya veremos si
se hace dentro o fuera del PCE, paralelamente tenemos que construir la teoría
política revolucionaria marxista que encaje con nuestra idiosincrasia cultural,
con nuestra realidad histórica y nuestras tradiciones sociales, antropolígicas,
filosóficas. Sin eso, es imposible ganarnos a la sociedad. Para emprender una
navegación con éxito, primero hay que desarrollar una correcta cartografía. Y
ya la iremos modificando mientras realizamos el trayecto. Pero si la base es
buena, el desarrollo será bueno también.
Volviendo con la salida de la UE, ¿crees que la
salida debería producirse sin plan B o ya existe uno? ¿no crees que sería bueno
permanecer con un programa “desobediente” dentro hasta que nos echaran o
implosionara para ganarnos a una población mayoritariamente proeuropea que,
además, ahora con la crisis del COVID19 está comprobando la necesidad de unir
fuerzas globalmente para enfrentar a este tipo de crisis internacionales que no
respetan ninguna frontera nacional y requieren de un trabajo internacionalista?
Santi: Puede que este “euroescepticismo” sea coyuntural por
la pandemia. Los nuevos Pactos de la Moncloa que Sánchez quiere realizar, van a
ir en dirección a apuntalar nuestra sumisión a la UE. El PSOE es un partido que
desde su gestación en el Congreso de Suresnes de 1974 (el PSOE anterior a dicho
Congreso es arqueología), fue europeísta. Financiado por la CIA y la Fundación
Friedrich Ebert, el PSOE ha tratado siempre de orientar a España a la sumisión
absoluta y total al eje franco-alemán, el cual es cada vez menos franco y más
alemán. El proyecto del PSOE, hoy, es una “España federal en una Europa
federal”. Es decir, la disolución de España en la UE, en una “Europa de las
regiones” bajo mando alemán, que mandará en el continente en una suerte de nuevo
Sacro Imperio Romano Germánico en el que cada “jefe de Estado” dirima sus
problemas en el Parlamento Europeo bajo el liderazgo de Berlín. Se trata de un
proyecto a largo plazo, pero que empezó ya el siglo pasado, que busca
emanciparse de EEUU y actuar contra China, y convertirse en la última esperanza
del modo de producción capitalista. Un Imperio europeo, cuyas naciones ya no
sean nada, más que mera formalidad, o ni eso. Y ni siquiera ello conllevará
construir una suerte de “nación europea”. Esos nunca fueron los planes de la
gran burguesía alemana. Nuestra balcanización es casi inevitable. El único Plan
B sería aliarnos con toda fuerza antieuropeísta real que se precie, pero me
parece que ya no existe prácticamente ninguna. Marine Le Pen aceptó el euro y la
UE, y los del grupo de Visegrado defienden la Europa de los Estados-nación
desde la Declaración de Reikyavik, firmada por cierto por Vox, partido muy
patriotero que defiende la descentralización administrativa de España, amén de
un proyecto económico minarquista. Solo nos queda, a mi juicio, construir una
teoría política revolucionaria al tiempo que ganamos aliados internos y
externos en España, porque de la UE no se puede salir más que de golpe, y no a
plazos como el Reino Unido, que mira qué problemas ha tenido para salir. Para mí,
nuestra balcanización solo puede ser contrarrestada por una suerte de
Risorgimento patrio, unido a un paniberismo socialista militante que entienda
que, antes que diluirnos en Europa, es preferible fusionarnos con nuestro espacio
geocultural propio, el mundo iberoparlante hispanoluso en América, África,
Asia, Oceanía y la Península Ibérica. 800 millones de personas que serán 1000
millones a finales de este siglo, y que podemos unificar mediante la
solidificación política de instituciones que ya existen, como la Comunidad de Países
de Lengua Portuguesa y la Organización de Estados Iberoamericanos, que
comparten Estados miembros. Este tipo de confederación intercontinental sería
la mejor alternativa para España. Y para llegar a ella, de momento, no queda
otra que plantearla públicamente como salida para nuestra liberación nacional.
Entiendo, ¿pero no crees que quedarnos dentro con una
“dialéctica desobediente” con sus instituciones y obligaciones no nos serviría
para ganar tiempo mientras construimos ese plan B que apuntas a la par que
estrechamos los lazos con la clase trabajadora de los otros países europeos? Ganar
tiempo para labrar ese plan B que no se construirá de la noche a la mañana
mientras potenciamos nuestro internacionalismo también en nuestro continente.
¿No sería una buena táctica? ¿Lo contrario no sería como saltar desde un avión
en pleno vuelto a otro lejano y encima sin paracaídas?
Santi: No creo, como te digo ya existen instituciones
panibéricas que solo necesitan reconstrucción y reimpulso, No solo la OEI y la
CPLP (países como Guinea Ecuatorial, que no habla portugués, es miembro de la
CPLP, y Argentina y Uruguay son Estados observadores, España también podría
serlo). La Iberofonía tiene una ventaja cultural tremenda respecto de otras
plataformas geopolíticas: el portugués y el español son las únicas lenguas
universales que, hasta en un 89%, tienen correspondencia lingüística, ergo son
mutuamente comprensibles. Habría que plantear estas cuestiones, por ejemplo, en
las Cumbres Iberoamericanas, que necesitarían ser relanzadas, pues ahora son
bianuales y son pura diplomacia. Evidentemente, habría que congraciarse con
sectores antieuropeístas dentro de la propia UE, y no ser sectarios en este
sentido. Es decir, de lo que se trata es de conseguir minar la UE mientras
organizamos la Iberofonía, y si para ello tenemos que aliarnos con el KKE
griego, con los fusaristas y la Liga Norte en Italia pues se hace. Deberíamos
aprovechar, sobre todo, la disidencia antieuropeísta en el Sur de Europa para
arrastrarla, de alguna manera, a nuestro proyecto geopolítico. Es decir, la
primera parte de la construcción de este plan B es plantearla públicamente, y
que la gente vaya hablando de ella. Además, a China le interesa construir la franja
y la ruta hacia nuestra Península Ibérica, tanto por tierra como por mar. A
China le interesa una Europa estable que le permita construir dicha franja y
dicha ruta. Pero tampoco excesivamente poderosa como para organizar sus propios
planes imperialistas. Nosotros, en el Mediterráneo, y quizás con fuerzas
políticas fuertes en una Francia soberana, podamos ofrecerle a China la
posibilidad de construir ese gran anillo comercial y tecnológico que quieren
construir alrededor del Mundo. Y ello beneficiaría a la Iberofonía como
alternativa geopolítica, pues los chinos tienen a Brasil en los BRICS, y tienen
muchas empresas en Cabo Verde, que es un punto geoestratégico fundamental para
conectar Suramérica con África y Portugal, y por lo tanto también España. No descartaría
que, tras el Reino Unido, Italia pueda ser la siguiente en salir de la UE-euro.
Están allí a punto de una revuelta social, y la crisis de la COVID-19 apunta a
ello. Sea así o no, debemos apoyarnos en los antieuropeístas italianos para
nosotros construir nuestra propia propuesta de emancipación nacional, con
vistas a un proyecto universal de calado, la Iberofonía, que solo necesita
unificar y solidificar ciertas instituciones ya existentes en un sentido
distinto, universalista y socialista. Ganamos tiempo, por tanto, fastidiando
los planes anglogermánicos en la Europa continental aliándonos con aquellos que
tienen nuestro mismo fin respecto a la UE-euro, mientras construimos nuestra
alternativa iberófona.
Y en la dialéctica
entre Estados, ¿no crees que ese repliegue nacional por el que abogas, de
multiplicarse en varios países con la hegemonía burguesa de los mismos, pudiera
fomentar una dialéctica violenta que produjera guerras imperialistas por los
mercados y las materias primas entre potencias europeas que ahora queda de
algún modo neutralizada por la división europea del trabajo? ¿Qué haría que no
repitiéramos los escenarios bélicos del siglo pasado?
Santi: Desde 1945 hasta hoy día, Europa occidental ha
vivido en paz, entre otras cosas, porque la UE fue creada bajo el amparo del
Plan Marshall estadounidense, y el Estado de bienestar que ha vivido esta
región del mundo durante tanto tiempo se ha basado en el interés geopolítico de
EEUU para evitar la extensión hacia el Atlántico del comunismo soviético. Así
pues, la CEE (Comunidad Económica Europea) y la OTAN han sido dos herramientas
fundamentales de la hegemonía imperial estadounidense. Caida la URSS, la CEE
muta en UE, se solidifica a nivel político y económico, pero Europa vuelve a
vivir guerras, aunque no es su parte occidental, sino en su parte oriental, con
Yugoslavia en los noventa y, veinte años después, en Ucrania. Europa siempre ha
sido una biocenosis, en el que cada Estado, cada especie, ha tratado de dominar
a los otros en varias ocasiones. España, Francia, Alemania o Rusia siempre han
tratado de dominar el continente, mientras otras se han aliado a estas grandes
potencias para mantener su soberanía (Portugal, Holanda, Bélgica). El Reino
Unido, por otra parte, siempre ha tratado de evitar que cualquier potencia
dominara en la Europa continental. Italia bastante ha tenido con sobrevivir.
Durante la Guerra Fría, en Europa trataron de imponerse dos pax imperiales, la
Pax Americana y la Pax Soviética. La segunda fue derrotada en 1991, y la primera
sigue vigente hoy día. Alemania es un gigante económico, y aunque cada vez
tiene mayor ejército es el país con las bases militares estadounidenses más
grandes del continente. Sin embargo, su hegemonía imperial se reanuda en una UE
que es un IV Reich. Y la UE ha sido parte fundamental de la estrategia imperial
estadounidense. El último episodio ha sido el reconocimiento de Juan Guaidó en
Venezuela contra Maduro. Pero no puede entenderse la acción exterior de los
Estados de la UE sin estudiar conflictos bélicos como el de Siria, Libia, etc.
Así pues, la UE lo que trata de impedir es un conflicto bélico en Europa
occidental, pero no en el resto del Mundo. La UE actual, lo que trata de
establecer, es la Pax Germánica, a costa de la soberanía nacional de las partes
formales de la UE, los Estados-nación. No es que defienda un repliegue al
Estado-nación, es que el Estado-nación jamás se ha ido, y ese repliegue se está
dando ya ante la terrible pandemia de la COVID-19, en la que unos Estados se
apropian de mascarillas y EPIs que van destinados a otros. Estados aliados
además. A mi juicio, y tras este repaso geopolítico e histórico breve sobre lo
que supuso y supone la UE, que puedan ocurrir guerras como las del pasado, si
te refieres a las guerras mundiales, no es algo que podamos asegurar, pero
tampoco negar. Se aviene una crisis económica de efectos parecidos a la Gran
Depresión de 1929, pero será de efecto más lento y prolongado que aquella. Lo
que no podemos descartar, como efectos de esa crisis, es una nueva guerra
internacional. Para bien y para mal, y desde un análisis frio de la Historia en
sentido materialista, las dos grandes revoluciones comunistas del siglo XX
vinieron por efecto de dos guerras mundiales. La Rusa por la Primera, y la
China por la Segunda. El resto de revoluciones del siglo XX fueron efecto de la
postguerra mundial, la Guerra Fría y la subsiguiente descolonización. El mundo
que vamos a heredar tras la pandemia de la COVID-19 y la Segunda Gran Depresión
que viene, en un contexto de Segunda Guerra Fría entre EEUU y China, no va a
ser como aquel en el que hemos vivido hasta ahora. Pero tanto antes como ahora
se produce, a nivel de dialéctica de clases, Estados e Imperios, lo que afirmó
rotundamente Engels: “La violencia –la guerra- es la partera de la Historia”.
Nadie en su sano juicio quiere las guerras, pero muchas veces no queda otra que
tomar partido por un bando en ellas, o conformar tu propio bando si es posible.
O eso, o te destruyen.
¿Apoyas la vuelta a la peseta? ¿No crees que
podría significar una reducción drástica de las condiciones de vida de la clase
trabajadora española al encarecerse de inmediato todas las importaciones en un
país profundamente desindustrializado por las propias directrices de la UE (sin
duda) y su reconfiguración de la división internacional del trabajo?
Santi: Sí, eso ocurriría. Pero esa situación sería
momentánea si aseguramos planes de reindustrialización nacional exitosa,
mediante planes y programas proteccionistas controlados por la clase obrera de
abajo arriba, y de arriba abajo en las capas y ramas del poder político de
nuestro Estado, mediante una conducción de vanguardia partidaria. Además, dicha
situación sería pasajera si conseguimos establecer una moneda común, aún de
intercambio, con el resto de naciones iberófonas. Una suerte de nuevo Real de a
Ocho, que fue la moneda más poderosa del mundo entre el siglo XVI y el XVIII.
La Iberofonía debe tener su propia moneda, y la ruptura con el euro-UE sería un
paso para esa nueva construcción económica y política. Evidentemente todo eso
ha de protegerse con un gran poder militar, y seguramente tengamos que aguantar
bloqueos económicos fuertes y sanciones. Por eso es tan importante apoyar, en
esta Segunda Guerra Fría, a China en su lucha contra los EEUU. Porque China
abre una ventana de oportunidad histórica sin precedentes para comenzar a
unificar la Iberofonía, y EEUU sería un obstáculo a dicha unificación.
Volviendo a nuestro país, ¿crees que la crisis del Covid-19
ha servido para que muchos trabajadores se den cuenta del desastre organizativo
que es la España de las Comunidades Autónomas (falta de organización para
ofrecer estadísticas unificadas, desacuerdos respecto a la vuelta a las clases
y los mínimos de promoción, problemas con la medicación de pacientes crónicos
de otras comunidades autónomas, etc.)
Santi: Sin duda, pero todavía mucha gente defiende el sistema político de las Comunidades Autónomas. Queda mucho por hacer para que la mayoría vea lo pernicioso que es para España.
En tu libro me interesó mucho el papel que apuntas tuvo la
CIA y el Congreso para la Libertad de la Cultura para infiltrarse en el Partido
Comunista de España y cambiar su orientación ideológica. Algo que afectó a la
propia Pasionaria. ¿Nos podrías hablar de ello?
Santi: El Congreso por la Libertad de la Cultura, como
dices, fue una suerte de grupo de presión internacional, fundado en Francia, y
que fue una tapadera de la CIA. Fue una de las primeras muestras de cómo los
servicios de inteligencia de potencias capitalistas utilizaban a izquierdistas
varios (trotskistas,anarquistas, en el caso de España incluso falangistas
antifranquistas, socialdemócratas), para atacar a la Unión Soviética y a los
partidos que en el mundo seguían sus preceptos ideológicos. Cuando ocurre la
Revolución Cubana en 1959, el Congreso se tuvo que reactivar porque vieron las
orejas al lobo. En España, organizaron el gran coloquio Cataluña-Castilla, diseñado
por Pedro Laín Entralgo y Pablo Martín Zaro, y en el que participaron
personalidades como el falangista antifranquista Dionisio Ridruejo, en los que
ya se plantearon la organización administrativa de España en un sentido
plurinacional y federal. Cuando la Pasionaria presentó su informe al Comité
Central del PCE “España, Estado multinacional” en 1970, el PCE asume
completamente lo dicho en ese coloquio, y desde entonces sigue defendiendo ese
modelo, que también han asimilado el PSOE y Podemos. Ya Henry Kissinger dijo
que una España fuerte es peligrosa para los intereses estadounidenses. Por eso
la CIA, a través de la ETA, se cargó a Carrero Blanco, que era anti-OTAN y
quería armar nuclearmente a España. Y por eso, abortaron la posibilidad de
tener un PCE fuerte, con un proyecto republicano socialista sólido, jacobino.
El gran coloquio Cataluña-Castilla es el puente, a mi juicio, entre la política
de reconciliación nacional y los Pactos de la Moncloa de 1977 que, con un PCE
ya legalizado, lo convierten en un simple apéndice del PSOE y de su proyecto
socialdemócrata. El caso es que el PCE no ha salido todavía de ahí, y el resto
de partidos del MCE siguen asumiendo las ideas anticomunistas del Congreso por
la Libertad de la Cultura. Y estamos hablando de un coloquio que tuvo su
primera edición en diciembre de 1964. En Argentina existió algo parecido, la
Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura, en la que participaban
personalidades como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, entre otros.
¿Crees que todavía hoy hay infiltrados de la CIA en la
dirigencia del PCE o ya no es necesario dada la hegemonía marxiana-posmoderna
entre sus filas y su creciente insignificancia político-social?
Santi: No me atrevo a afirmar algo así. Ahora bien, estoy
totalmente convencido de que el impulso internacional del postmodernismo
filosófico, del feminismo y del ecologismo contemporáneos parte del poder de
inteligencia estadounidense, aunque no solo. Y no se debe descartar también la
propia estupidez de sus voluntarios defensores. Las Universidades del mundo
capitalista son centros de producción de ideologías que mantienen el statu quo
capitalista, y no hay nada mejor para mantenerlo que dividir la posible organización
revolucionaria enfrentando a mujeres con hombres, heterosexuales con
homosexuales, negros con blancos, “pueblos originarios” con “criollos”, o
catalanes contra castellanos. Divide y vencerás.
Por último, imagina un lector que nos estuviera leyendo y
estuviera de acuerdo con la necesidad de recentralizar el Estado de un modo
jacobino pero que tuviera de lengua vernácula el catalán o el euskera y temiera
que con esta centralización su lengua quedara desprotegida y desapareciese.
¿Qué le diría Santiago Armesilla? ¿Puede existir centralización con respeto y
apoyo a la diversidad cultural?
Santi: China es un país cuya administración es centralizada
y hablan muchísimas más lenguas que en España. Francia es la nación jacobina
por excelencia, y allí hablan el doble de lenguas regionales que en España. Es
decir, eso que se llama diversidad cultural ha existido desde que existen
sociedades humanas y siempre existirá. Una República unitaria, centralista,
jacobina y obrera socialista española no puede acabar con elementos que son muy
anteriores a su construcción. Es más, los protegería muchísimo mejor que un
Estado descentralizado, porque este los utiliza como elementos identitarios de
enfrentamiento entre obreros españoles. Nosotros, por el contrario, los entendemos
como elementos consustanciales de la riqueza cultural de la nación española. La
catalanofobia es una forma particular de hispanofobia. No entender esto es
vivir fuera de la realidad. Todo Estado es diverso en su constitución, y no
puede ser de otra manera. Ahora bien, lo que no se puede tolerar es utilizar
esa diversidad para dividir y enfrentar a la gente, y menos desde preceptos
que, por muy democráticos y “de izquierdas” que se digan, no son más que puro
racismo. Cuando un catalanista ataca a un andaluz, a un castellano o a un
extremeño, se está atacando a sí mismo, pues Cataluña no puede entenderse sin
el concurso histórico del resto de españoles. Cataluña es tan mía como Madrid
es de los catalanes. Por eso, insistir políticamente en una diversidad que es,
simplemente, un hecho, resulta innecesario. Por ello, quien tenga esos miedos
conmigo debe estar tranquilo. Siendo español, si yo atacara las lenguas
catalana, vasca o gallega sería como si me estuviera disparando en el pie para
quedarme cojo. Jamás haré eso.
Muchas gracias por la entrevista Santiago, como siempre, ha
sido un placer charlar contigo.
Santi: Gracias
Jon, y felicidades también por tus obras críticas de la alienante industria
musical actual. Un abrazo.